ReTER, Santa Maria, v.2, 2021. ISSN:2675-9950 | Publicação:30/01/2021 |
TECNOLOGÍAS
DIGITALES EN LA POSTMODERNIDAD:
DESAFÍOS
PARA LA ESCUELA
Universidad
de Salamanca, España - avmg@usal.es
Universidad
Tecnológica de Chile, Chile - mario.astudillo@ufsm.br
Departamento
de Educación, Municipalidad de Lota, Chile - j.ortiz.a@me.com
Resumen: El
objetivo es establecer las principales oportunidades y desafíos para la escuela
respecto al uso de las tecnologías en un contexto de un nuevo entorno digital y
de postmodernidad. La metodología empleada corresponde a la revisión narrativa
cualitativa a través de la interpretación y análisis crítico de diversas
fuentes documentales. Los principales resultados nos evidencian la
omnipresencia de un entorno digital conformado por un entramado de tecnologías
tales como Internet, redes telemáticas, telefonía móvil, imagen y sonido
digital, videojuegos, dinero electrónico, simuladores, realidad virtual,
satélites de telecomunicaciones y memoria digital. Este entorno digital está
posibilitando una revolución social, política y cultural, silenciosa, continua
e imparable, en el cual la escuela está inserta, la que atiende a niños y
jóvenes que están experimentando un conjunto de trastornos: cibercondría,
nomofobia, narcisismo digital, dependencia patológica de Internet, intoxicación
por exceso de información, bullying, entre otros desórdenes mentales y del
comportamiento. A su vez, estas tecnologías tienen el potencial de cambiar y
mejorar el mundo, para lo cual a la educación y a la escuela les cabe adaptarse
a este contexto tecnológico y asumir desafíos de estas problemáticas, para
contribuir en disminución de la exclusión social, acentuada por la desigualdad
de acceso a los sistemas tecnológicos, a través de alfabetización tecnológica de niños, jóvenes y
adultos. Además, representa una gran oportunidad de experimentar, cambiar,
ajustar para investir a los estudiantes como productores de arte, ciencia,
filosofía o innovaciones.
Palabras clave: Entorno digital; Postmodernidad; Escuela
TECNOLOGIAS DIGITAIS NA
PÓS-MODERNIDADE:
DESAFIOS PARA A ESCOLA
Resumo: O objetivo é estabelecer as principais
oportunidades e desafios para a escola no que diz respeito à utilização das
tecnologias, num contexto de um novo ambiente digital e de pós-modernidade. A
metodologia utilizada corresponde à revisão narrativa qualitativa por meio da
interpretação e análise crítica de diversas fontes documentais. Os principais
resultados nos mostram a onipresença de um ambiente digital composto por uma
rede de tecnologias como a Internet, redes telemáticas, telefonia móvel, imagem
e som digital, videogames, dinheiro eletrônico, simuladores, realidade virtual,
satélites de telecomunicações e memória digital. Esse ambiente digital está
possibilitando uma revolução social, política e cultural, silenciosa, contínua
e imparável, na qual a escola está inserida, que atende crianças e jovens que
vivenciam um conjunto de transtornos: cibercondria, nomofobia, narcisismo digital, dependência patológica de Internet,
intoxicação por excesso de informação, bullying,
entre outros transtornos mentais e comportamentais. Por sua vez, estas
tecnologias têm potencial para mudar e melhorar o mundo, pelo que a educação e
a escola devem se adaptar a este contexto tecnológico e assumir os desafios
destes problemas, de forma a contribuir para a redução da exclusão social,
acentuada por acesso desigual aos sistemas tecnológicos, por meio da
alfabetização tecnológica de crianças, jovens e adultos. Além disso, representa
uma grande oportunidade de experimentar, mudar, ajustar para investir os alunos
como produtores de arte, ciência, filosofia ou inovações.
Palavras-chave: Ambiente digital; Pós-modernidade; Escola
Introducción
Durante mucho tiempo la escuela pareció
dormir un sueño del cual muchas generaciones de niños y jóvenes no lograban
despertarla. Se hablaba de que un médico del siglo pasado no sabría cómo
desenvolverse en un quirófano actual, pero un maestro de antaño sí sabría qué
hacer en un aula del presente. Pero de pronto todo ha ido cambiando, a veces
por iniciativas de los encargados del sistema educacional de los países y otras
veces porque, pese a los administradores de las instituciones educativas y de
las aulas, nuevas tecnologías y formas de resolver los problemas que se
plantean han ido surgiendo. Como es normal, la incorporación de nuevas
tecnologías de la información y la comunicación y los cambios que conllevan en
la gestión del conocimiento no ha estado exento de controversias y problemas,
así como de malas prácticas y confusiones, tal como lo señala Marqués (2005, p. 34):
Un aspecto que
contribuye a dificultar esta situación tiene que ver con el origen y naturaleza
de las TIC, las cuales no han sido creadas como instrumentos pedagógicos, sino
como material de entretención, a las cuales se les ha incorporado muy
fuertemente elementos de mercadotecnia, lo cual produce en la práctica algunos
problemas difíciles de sortear: los softwares educativos compiten con mucha
desventaja con los softwares comerciales; dichas tecnologías se ha visto que
provocan problemas serios de dependencia y alteración social y, por otro lado,
muchos educadores no han sido formados apropiadamente para usar productivamente
tales elementos tecnológicos, con lo cual, tenerlos en el aula suele ser causa
de pérdida de tiempo, alteración de las relaciones entre los miembros de la
clase; acciones de abuso y violencia psicológica entre los estudiantes, entre
otros problemas posibles de detectar.
En 1970, Alvin
Toffler publicó el Shock del Futuro,
libro del que se han vendido más de 15 millones de copias. En esta obra, como
en las posteriores (La tercera ola, 1980
y El cambio de poder: powershift,
1990), Toffler presentaba premonitoriamente la
irrupción de un nuevo orden social en el que la información y el conocimiento
aparecían como las variables más importantes para entender las nuevas formas de
organización social y económica y como elementos claves del futuro de la
humanidad. Para ello, utilizaba la llamativa expresión bomba de la información
en el marco de lo que entendía como economía informacional. A partir de él,
otros muchos han descrito los rasgos básicos de esta nueva era en la historia
de la humanidad, tales como J. Naisbitt, N.
Negroponte, Z. Bauman, H. Rosa, M. Castells, S. Lash,
E. Morin, U. Beck, N. Luhman, A. Guiddens,
J. Habermas, M. Maffesoli, entre otros. La mayor parte de los especialistas
reconocen que el motor que provocó la llegada de la era de la información y,
con ella el cambio de sociedad, ha sido sin duda la innovación tecnológica. El
desarrollo de los ordenadores e Internet fueron el germen de este cambio. La
innovación tecnológica (en particular las tecnologías digitales) afecta no sólo
a los factores relacionados con el progreso técnico-científico y la economía
mundial, también supone una revolución social, política y cultural, silenciosa,
continua e imparable, estructurada bajo los principios de globalización e
interconexión mundial en red, y se manifiesta en múltiples transformaciones que
afectan, y afectarán cada vez más, a prácticamente todas las esferas de la vida
en sociedad. Estas transformaciones implican una alteración apreciable de las
estructuras sociales, afecta del mismo modo, no sólo a los actores sociales,
también a los procesos y, especialmente, a los agentes socializadores
tradicionales, y todo ello, implica un cambio fundamental en la estructura y
papel de la familia, de la escuela y del trabajo, pilares esenciales sobre el
que se sostenía el orden social desde el principio de los tiempos.
Para efectos de
claridad conceptual, debemos establecer una diferencia sustancial entre
globalización y universalización, la que radica, para Bauman (1999), en que la primera se refiere a la dominación de una minoría sobre la
mayoría en un mundo desigual donde prevalece la exclusión, en tanto la segunda
se relaciona con la esperanza y la ilusión de crear un orden que permita
cambiar y mejorar el mundo, en donde las oportunidades tiendan a ser iguales
para todos.
Junto con la
característica principal de las redes, como formas estructurales que irradian
prácticamente todas las esferas de la vida humana, el segundo elemento en la
sociedad informacional es el acceso al conocimiento. Frente a las tesis de
quienes valoran las grandes posibilidades que las tecnologías permiten para
acceder a todo tipo de información y de datos (fundamentalmente a través de
Internet), están también quienes ponen de manifiesto la paradoja de una
sociedad que se dice del “conocimiento” pero que, muy al contrario, lleva
camino de ser una sociedad del no-conocimiento (KRÜGER,
2006). No se trata únicamente del tema de la
“brecha digital”, es decir, los riesgos evidentes de exclusión social que se
acentúan con la desigualdad de acceso a los sistemas tecnológicos por parte de
determinados grupos sociales o de ciertas zonas geográficas del planeta, es un
problema aún más profundo que tiene que ver con la tesis que defienden algunos
autores (BREY, CAMPÀS, MAYOS, 2009) , de que asistimos a la emergencia de una sociedad caracterizada por un
tipo de conocimiento de bajo contenido reflexivo o de conocimiento altamente
especializado, cuando no de la ignorancia. Se trata de lo que se ha dado en
denominar como “Infoxicación” para referir a una intoxicación por exceso de
información, que se traduce en una dificultad creciente para discriminar lo
importante de lo superfluo y para seleccionar fuentes fiables de información (BREY et al., 2009, p. 26).
Esto genera un efecto contrario al pretendido: no solo no aumenta nuestro nivel
de conocimiento, sino que acaba produciendo individuos cómodos, desmotivados y
con menor capacidad crítica, rasgos característicos de la ignorancia que,
además, en la medida que crece de manera exponencial, se hace viral, se
normaliza.
Todo ello implica y
compromete, aún más si cabe, al papel de la educación y de la escuela,
sometidas, por un lado, a la necesidad de adaptarse a las exigencias de las
innovaciones tecnológicas, introduciendo en el aula cambios que necesariamente
implican el uso de mediación tecnológica y, por otro, y contradictoriamente,
tratar de evitar contribuir aún más al efecto amplificador de un proceso de
deshumanización y virtualización de la vida cotidiana y convivencia social.
Algunos de estos riesgos y desafíos tratamos de identificar en este trabajo.
Metodología
Este estudio se ha
realizado en base a la lectura crítica de los textos claves, para lo cual se
utilizó la técnica del análisis documental el cual aporta información
retrospectiva sobre un fenómeno, una situación o programa, desde una actividad
planificada y sistemática (LATORRE, 2003), es decir, una metodología de revisión narrativa cualitativa, que es un
tipo de revisión, interpretación y análisis crítico de la literatura publicada
en libros, revistas y fuentes electrónicas (ROTHER,
2007), la que nos posibilitó ampliar la
perspectiva de búsqueda de elementos característicos y específicos de los
rasgos de la postmodernidad que pueden impactar a la escuela. Como veremos a
continuación se ha realizado una extracción de la información que deriva de
estudios institucionales y marcos conceptuales que nos hacen concluir lo
expuesto en los siguientes apartados. Este análisis, permitió identificar, en
documentos de carácter internacional y nacional, problemáticas que pueden
constituir desafíos para la escuela. Ahora, se tiene plena conciencia de que,
por una parte, la realización de nuevos estudios en un mediano plazo dará
muchas luces respecto a los cambios inminentes que se observarán en esta área,
por el impulso de la pandemia en curso. Por otra parte, será de sumo interés
realizar un acompañamiento a los procesos de cambio, estableciendo una estrecha
colaboración entre los investigadores y las instituciones que están
involucrados en los procesos de cambio y adaptación, potenciando una mejoría en
relación con las prácticas educativas intermediadas por las Tecnologías de la
Información y la Comunicación (GARCÍA-GUTIÉRREZ;
RUIZ-CORBELLA, 2020).
Un nuevo entorno
digital
Durante el inicio incipiente y
progresivo del uso de las TIC, se partió de la base más o menos intuitiva de
que usar esos nuevos recursos tecnológicos en Educación representaba un hecho
más de la realidad, el cual se daba en un contexto muy limitado y específico,
el cual no implicaba ningún cambio de orden paradigmático o epistemológico.
Como suele suceder en las ciencias, se fue pasando del cambio en las prácticas
a la teorización sobre los cambios en el aula y, muy pronto, fuera de las
aulas. Podríamos decir que apenas faltaban los medios tecnológicos para que el
despertar de un tipo de nueva pedagogía se produjese. Porque otros muy
avanzados educadores ya habían iniciado sus propios caminos de cambio, pero sin
dar mayor énfasis al uso de recursos tecnológicos y, algunos, incluso
despojándolas de todo valor e importancia como recursos educativos.
Para
caracterizar y comprender el nuevo entorno que estamos habitando, nos apoyamos
en el aporte de Echeverría
(2012), filósofo y matemático que lo denomina
tercer entorno (E3) y anticipó varias propiedades de este, posibles gracias a
la telemática, un conjunto de tecnologías de la información y comunicación. El
E3 es una propiedad emergente del sistema tecnológico TIC y del espacio
electrónico. Echeverría (2012) señala que a lo largo de la historia de la tecnología hay muchos
ejemplos de emergencia de nuevos espacios sociales. Ofrece como ejemplo la que
denomina República de las Ciencias, las Artes y las Letras, que no hubiera
llegado a existir sin la imprenta. La Encyclopédie de los ilustrados franceses es otro buen
ejemplo de aquel espacio de conocimiento, como la actual Wikipedia encarna la
Web.
Conforman este E3 las nuevas
tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), no solo Internet,
sino un sistema tecnológico que incluye las redes telemáticas, la telefonía
móvil, la imagen y el sonido digital (televisión, radio, fotografía, vídeos,
cine digitalizado, etc.), los videojuegos, el dinero electrónico, las
simulaciones informáticas, la realidad virtual, los satélites de
telecomunicaciones y la memoria digital. Esta nueva realidad introduce una gama
de fenómenos innovadores, que giran en torno al manejo de la información y a la
relación entre los seres humanos”, por tanto, las tecnologías no son herramientas
simples que ayudan a hacer estas o esas cosas, sino que constituyen mediaciones
auténticas de estas acciones, por lo que no serían factibles sin ellas” (ECHEVERRÍA, 2015).
Si
bien, como reflexiona Boaventura Santos “la realidad
siempre va por delante de lo que pensamos o sentimos sobre ella. Teorizar o
escribir sobre ella es poner nuestras categorías y nuestro lenguaje al borde
del abismo” (SANTOS, 2020, p. 38), la
hipótesis del tercer entorno (E3) nos ofrece un marco de inteligibilidad que
nos ayuda a hacer más patente que las nuevas tecnologías permiten la existencia
de un nuevo territorio en el que habitamos y cohabitamos en el espacio
electrónico. Es ahí donde se reproducen virtudes y defectos propios de la
convivencia humana, y varios nuevos, específicos de la convivencia en y con las
tecnologías telemáticas. En las postrimerías del siglo XX, Echeverría previó un
conjunto de propiedades del E3, las que serían posibles con las nuevas
tecnologías que surgirían y van a seguir siendo creadas. El E3 es posible
diferenciarlo y relacionarlo del primer entorno (E1) que corresponde al vínculo
con lo natural, representado por las sociedades agrarias y, del mismo modo, del
segundo entorno (E2), que corresponde a todas las instancias sociales y sus
espacios físicos donde se desarrollan, típicamente urbanos de la sociedad
industrial, por ejemplo, la sala de aula y la gran diversidad de instituciones
sociales.
Otro rasgo esencial del espacio E3
es su carácter hipertextual, con múltiples recorridos o navegaciones. Según Han (2018),
el hipertexto nos da la posibilidad de practicar la libertad. El lector de un
libro convencional, o como de este propio texto, es forzado a una conducta
pasiva, sometiéndose al orden preestablecido; en cambio, el hipertexto pone a
disposición posibilidades de elección, sintetizando Han, el mundo de la
hipertextualidad como colorido. El lector tiene caminos autónomos en el espacio
multicolor del hipertexto, a diferencia de la monocromía habitual. El E3 es
esencialmente hipertextual, con múltiples recorridos o navegaciones, siendo
fácil perderse o naufragar en el mar de informaciones hipertextuales que se
pueden tornar laberínticas. En el mito griego Teseo llega al centro del
laberinto, donde se encontraba el Minotauro, para regresar usó una madeja de
hilo que fue desenrollando a medida que avanzaba por los intrincados pasadizos.
En el E3, cada uno de nosotros puede crear su propio laberinto o su ambiente o
entorno de aprendizaje, organizado con nuestras propias madejas, las
estrategias de acceso y uso, creando su propio Entorno de Aprendizaje Personal
(Personal Learning
Enviroment, PLE) integrando estratégicamente la
diversidad de tecnologías, aplicaciones, plataformas y redes sociales
disponibles, además de las plataformas institucionales típicas o los ambientes
virtuales de aprendizaje.
Varias de las diversas tecnologías
presentes en nuestras vidas cotidianas tardaron décadas para su utilización
masiva desde su nacimiento (automóvil 55 años, electricidad 46 años, teléfono
35 años), en cambio internet tardó solo 7 años, los computadores personales 16
años y la telefonía móvil 13 años. La tecnología digital ha tenido y continúa
teniendo avances muy acelerados. Si la industria del automóvil hubiera
experimentado un desarrollo parecido al de la informática, se podría disponer
de un Rolls-Royce por menos de mil dólares, además poseería la fuerza de un
trasatlántico para recorrer un millón de kilómetros (unas 25 vueltas al mundo)
con solo un litro de gasolina. Todo un sueño que ya ha sido realidad en el
ámbito de las tecnologías de la información.
De
modo particular examinamos el uso del celular, aunque de aquí en adelante
usaremos el concepto Smartphone,
porque el celular hoy en día es más que un aparato telefónico y se ha tornado
la tecnología de mayor presencia tanto dentro como fuera de la escuela. Un
conjunto de estudios analizados por Zubizarreta
y Caldeiro (2019)
reflejan que la edad de inicio y acceso a estos dispositivos es cada vez más
temprana en diversos países. Según estos mismos autores, ya a finales del año 2015, el 97% de la población
mundial utilizaba el teléfono móvil
y el número de aparatos activos superaba el de
personas en la tierra.
En
el caso de Brasil, al año 2018, el 83% de los individuos, con diez años o más,
poseía un Smartphone (CGI.BR,
2019). A su vez, el acceso a Internet se ha
ido concentrando a través del Smartphone.
Desde el año 2015 al 2018 aumentó de 91% a 97% los alumnos de escuelas urbanas
que acceden a Internet usando el Smartphone.
Del mismo modo, está experimentando un acelerado crecimiento del uso exclusivo
del Smartphone para acceder a
Internet por parte de niños y adolescentes entre 9 y 17 años, desde 17% en el
año 2004 a 53% en 2018 (CGI.BR,
2019).
Sin
embargo, involucrar a los estudiantes de distintas fases etarias que están
accediendo a la escuela, presenta un desafío particular en los entornos de
aprendizaje a distancia y semipresencial, en particular la Generación Z, nacida
después de 1990. La letra Z proviene del término inglés zapping que se traduce
como dar un paseo; teniendo conexión con la palabra zapear, cambiando canales
de televisión, accediendo a Internet, videos, Smartphone, entre otros recursos digitales, esta generación nació
con la llegada de internet y el desarrollo de tecnologías, estos recursos están
alrededor de la mayoría de ellos.
Las generaciones que actualmente se
encuentran en las escuelas están en contacto cada vez a edades más tempranas
con la tecnología. Al respecto, a lo largo de la última década ha surgido un
polémico discurso sobre el uso de los dispositivos móviles por parte de los
menores, sin embargo, no podemos obviar que los más pequeños, se encuentran, de
forma irremediable, expuestos a múltiples pantallas que forman parte de una
cotidianeidad que incide en la construcción de sentido y significado del mundo
en el que se desenvuelven (ZUBIZARRETA;
CALDEIRO, 2019).
El
E3 no es apenas un entorno o recurso tecnológico, es la propia vida con las
oportunidades y problemáticas que hemos venido analizando. En este contexto
tecnológico, los profesores también están siendo afectados al usar algunas
tecnologías, tanto para uso personal como parte del proceso de enseñanza y
aprendizaje. En su estudio, Sousa
(2020) analiza la influencia de WhatsApp, una de las redes sociales más
populares del mundo, en la calidad de vida de los maestros de primaria,
mostrando influencias negativas o positivas asociadas con el propósito del uso
y las reacciones emocionales provocadas en sus usuarios. Sousa (2020)
concluye que WhatsApp puede tener una influencia positiva cuando se usa con
moderación y una influencia negativa, si su uso causa ansiedad o distrae la
atención en las actividades diarias. También se presenta como un recurso
relevante para promover la salud y desarrollar acciones educativas innovadoras.
Del mismo modo, Tunc-Aksan
y Akbay (2019)
confirman que cuando el nivel de dependencia del Smartphone y el miedo a estar perdiéndose algo disminuyen entre los
estudiantes, la competencia académica percibida mejora.
Socialización
y trastornos en el tercer entorno
Vivir en una era de constantes
desarrollos tecnológicos ha cambiado los estándares de comunicación social y
una parte importante de las relaciones sociales se han trasladado al E3. El
proceso de socialización que tiene lugar en las plataformas digitales, según Eraslan
y Kukuoglu (2019),
también ha transferido muchos elementos negativos experimentados en la vida
social (E2) al entorno virtual (E3), por ejemplo, los comportamientos de
agresión y bullying. El uso abusivo de ciertas
herramientas tecnológicas termina por configurarse, en muchos casos, como
vicios digitales o patologías. Destacamos algunos de los que identifican García-Umaña,
Casas y Pérez (2019): cibercondría
o hipocondría digital, desórdenes del sueño, aislamiento social, nomofobia, narcisismo digital,
entre otros desórdenes mentales y del comportamiento.
La nomofobia presentada como un
hábito y vicio digital proviene del vocablo inglés compuesto por no-mobile-phone podía que significa miedo a perder o quedarse sin
teléfono. Varios investigadores han determinado a la nomofobia como un
trastorno del siglo XXI por el surgimiento de innumerables dispositivos tecnológicos que, a pesar de su definición,
no incluye ordenadores; argumentan que son reemplazados por Smartphone (GARCÍA-UMAÑA et al., 2019).
La patología de FoMO
(Fear of Missing Out), miedo de estar perdiendo algo, se observa como un
patrón de comportamiento en el que el individuo tiene una necesidad constante
de verificar la cuenta y seguir los últimos desarrollos en las redes sociales.
Otro trastorno propio del E3 es el PIU (Pathological Internet
Use), dependencia patológica de Internet. Se explican estas patologías,
según Kobayashi
y Hsu (2019),
porque la obtención de información actúa sobre el cerebro a través de la
producción de dopamina. Encontrar información en Internet nos da el mismo tipo
de satisfacción que el dinero o la comida. Para el cerebro, la información es
su propia recompensa, independientemente de si es útil o no. En el mundo de
hoy, miles de millones de personas usan los canales de redes sociales para una
variedad de propósitos. Se crea un mundo virtual gigante a partir de miles de
utilidades y canales. Las personas que socializan en las redes sociales se
comunican con menos frecuencia en la vida cotidiana y gradualmente se vuelven
sociales en la vida real (ERASLAN;
KUKUOGLU, 2019).
Los niños y jóvenes como una
entidad social, tener una alta creencia en la competencia social puede
considerarse como una necesidad básica para los humanos. En base a esta
necesidad, Tunc-Aksan
y Akbay (2019)
destacan que las redes sociales pueden verse como un entorno en el que un
individuo que no se siente competente en un sentido social puede expresarse
mejor para proporcionar este sentido de competencia.
Las redes sociales posibilitan
relaciones y contactos entre las personas para coordinar las más diversas
acciones. En el ámbito educativo se está conformando un movimiento de
instituciones educativas para prevenir el fraude académico y perseguir
judicialmente la “trampa por contrato”, la que es una práctica en que los estudiantes
contratan a un tercero para completar sus tareas. Más de mil estudiantes de 16
universidades australianas contrataron los servicios de un sitio web MyMaster para
escribir ensayos fantasmas. El gobierno australiano está ahora abordando la
trampa por contrato con un proyecto de ley de prohibición de servicios de
trampa académica, con castigo de hasta dos años de prisión. La página web salió
del aire luego del escándalo. El Daily Telegraph del
Reino Unido reportó que más de 20.000 estudiantes universitarios compraron
ensayos solo en 2017. En Estados Unidos, en el 2019 el New York Times destacó el aumento de la trampa por contrato en
EEUU.
La
escuela en la cultura posmoderna
En la cultura postmoderna, como
señalan Posada y Cortes (2015), el denominado pensamiento postmodernista, se basan en los siguientes
postulados: promueve el pluralismo, la diversidad y busca el interés de los
otros, es aquí donde la red internet-tecnología-virtualidad van de la mano para
revolucionar el conocimiento con el pensamiento. Es de esta manera que las
Tecnologías de la Comunicación y la Información cumplen un rol muy importante
en la gestión del conocimiento. Un punto muy importante es lo que se ha
denominado “aprendizaje distribuido” que, en lo fundamental, promueve una mayor
autonomía de los estudiantes en relación a los contenidos que tienen que
aprender.
La presencia de Smartphone en el aula puede propiciar
que el alumnado pierda significativamente la atención por la interacción continua
en redes sociales ajenas a la docencia. Por consiguiente, el uso de redes
sociales con fines educativos presenta desafíos y oportunidades para la
educación, no solo para la escuela, sino también para sociedad que educa y
forma ciudadanos críticos. Esto llama la atención sobre la importancia de tener
un diálogo entre padres y profesores con los niños y adolescentes.
Coincidimos con Zubizarreta y Caldeiro
(2019) que no se trata de ejercer una labor de
sobreprotección y de limitación
de un acceso que está influenciado por el hecho de que los niños
y jóvenes viven en hogares equipados tecnológicamente.
En este sentido, urge la ejecución de procesos pedagógicos dirigidos al
desarrollo de los conocimientos y habilidades necesarios para saber leer y
escribir en la red, y de esta manera participar en el amplio mundo de la
producción, búsqueda y manejo de la información del
tercer entorno, se hace indispensable la alfabetización tecnológica
de niños, jóvenes y adultos. En Brasil, en estudio
de 2018, sólo un 51% de los niños de 11 a 12 años reconoce tener la habilidad
para verificar si una información encontrada en Internet está correcta. En el
grupo de 13 a 14 años sube a 71% y en el tramo 15 a 17 años aumenta levemente a
76% (CGI.BR, 2019), evidenciado una notoria brecha en una habilidad básica en el manejo
de información disponible en Internet. Por su parte, la UNESCO señala que seis
de cada diez niños y adolescentes no están alcanzando los niveles mínimos de
competencia en lectura y matemáticas. De lo anterior, queda claro que el uso de
tecnologías en el aula requiere mucho más que la existencia de ellas: lo que su
uso demanda es la puesta en práctica en la que la metodología de aprendizaje y
los niveles de exigencia de aprendizaje deben quedar muy claro tanto para
docentes como estudiantes, es decir, es el logro de aprendizajes lo central y
no el uso de tecnologías. La apuesta que se hace al usar tecnologías es que los
estudiantes aprenderán más y mejor los contenidos. Si esta premisa no se cumple
hay que hacer una revisión acuciosa de qué es lo que ha fallado en el proceso y
proceder a su pronta corrección (HERNÁNDEZ
et al., 2014).
La relación de los usuarios con la
tecnología aún es muy nueva e inmadura, tanto por parte de niños, jóvenes y
adultos, claro que nos encontramos ante la paradoja de que los niños han sido
conquistados por los medios, pero son, a su vez, los que los dominan. Realmente
esta relación es complicada y no en pocas ocasiones ha sido cuestionada,
especialmente por los educadores tal como lo expresan Padilla, Vega y Rincón (2014, p. 288), respecto a las tareas que se imponen a los investigadores en el
campo de la Educación:
La investigación también deberá abarcar falencias en el diseño de
materiales didácticos particulares en cada una de las IES, cuyas propuestas
metodológicas tengan un impacto en la construcción de AVA con características
de flexibilidad, reutilización y renovación a través de aportes entre diversas
redes académicas o equipos de docentes interdisciplinarios. En esa medida, los
avances tecnológicos en diferentes campos han sido fiel muestra de los alcances
investigativos y el impacto de sus resultados en la sociedad. No obstante,
estos avances no pueden ir en contra de la vida humana, ni ejercer algún tipo
de represión como bien lo aclara Freire (2004) de diversas minorías, atentando
contra la ética y los discursos de equidad y tolerancia; por ende, se hace
sustancial una investigación formativa de docentes que incluya una perspectiva
ético-política sobre la apropiación pedagógica de las TIC en el campo
educativo.
Tomando en cuenta lo planteado
anteriormente, no cabe duda que los impactos del uso de las tecnologías no son
posibles de dejar de lado, ya sea mostrando un optimismo exagerado en su uso o
presentando un rechazo frontal a su inclusión en las aulas. Es un fenómeno de
los tiempos y su potencial de uso positivo no radica en ellas mismas, sino en
la forma como sean usadas. La pandemia
en curso deja planteadas preguntas muy importantes y urgentes respecto a las
formas correctas de relacionarse con las tecnologías. Para muchos docentes de
diferentes niveles esta será una experiencia imborrable dentro de su desempeño
profesional y, con toda seguridad, nuevas miradas surgirán sobre el tema como
suele ocurrir en estos casos, en los cuales un fenómeno no se puede obviar, más
allá de las consideraciones personales que se puedan tener sobre él. La
realidad y las necesidades que genera se imponen con esa fuerza arrolladora que
las caracterizan.
Consideraciones
finales
El espacio de aprendizaje de la
escuela y la universidad hasta el siglo XX es inequívoco que era el E2, ahora
ya no lo es más. Por ejemplo, la práctica BYOD (Bring Your Own Device o, en español, “Traiga su Proprio Dispositivo”)
da cuenta del acceso a la tecnología y los contenidos de aprendizaje por parte
de los estudiantes, con lo cual el desafío de las universidades más que equipar
con nuevos computadores, es garantizar la conexión de calidad a Internet a
través de wifi en todos los espacios, dentro y fuera de la sala de aulas, ya
que prácticamente todos los estudiantes universitarios tienen acceso a las
tecnologías más importantes para su éxito académico. Se
requiere una transformación de las universidades, aprender a usar e integrar
las tecnologías para atender al entorno social y económico en que actuarán los
futuros profesionales en formación, basado en la economía de la información.
Formar e investigar con tecnologías es el nuevo normal, la nueva formación
tradicional.
Desde la perspectiva de la
posmodernidad, de la época en que vivimos, en este mundo tecnológico, ¿qué
hacemos? Tenemos la opción de ser inmigrantes inteligentes, admitiendo nuestra
condición de inmigrantes en un nuevo lenguaje y aprender junto con los más
jóvenes, acercando la brecha generacional. La otra opción es ser inmigrantes
nostálgicos desarrollando resistencias, quejándonos: “lo de antes fue mejor”.
La escuela forma parte de la
imbricación del E2 y el E3, de la extensión no sólo el aula, sino la escuela,
lo que genera muchas oportunidades para la interacción y producción de
contenidos, conocimientos, experiencias y vivencias, situándose en un entorno “online”,
más que “offline”. Esto implica comprender el procesamiento en
paralelo que realizan niños y jóvenes, en el E2 y E3, que están presentes
simultáneamente en la escuela. El gran desafío y la gran oportunidad de
experimentar, cambiar, ajustar para investir a los estudiantes como productores
de arte, ciencia, filosofía o innovaciones.
El E3 nos convoca a trabajar en
redes, construir como comunidad de aprendizaje cuyas bases científicas las
encontramos en el socioconstuctivismo, pensando como
un solo proceso la acción (hacer) y la creación de conocimiento (saber). Las tecnologías digitales facilitan la
personalización del aprendizaje, la que no surgió con las tecnologías, pero sí
las tecnologías aportan para crear experiencias de aprendizaje adaptativas,
disminuyendo algunas cargas de trabajo, por ejemplo, automatizando algunos
tipos de feedback.
Si bien hemos constatado la
omnipresencia del tercer entorno, el acceso es desigual, tanto a la conexión,
por ejemplo, disponibilidad de banda ancha; a los dispositivos; a las
habilidades para buscar, seleccionar, usar y producir información y la propia
tecnología. Además, las prácticas de los usuarios se insertan en una estructura
de conformación de la red en la que predomina la lógica privada de las grandes
corporaciones. “Cuanto más consumimos, compartimos y publicamos contenido, más
generamos datos para uso comercial y político y, en última instancia, para
modular nuestros propios comportamientos” (PIAZZON;
LIMA; OYADOMARI, 2020, p. 57).
Las redes sociales, principales componentes
del tercer entorno usados por niños y jóvenes, requieren una atención y
formación especial, dada la obtención de un gran volumen de información que
actúa sobre el cerebro a través de la producción de dopamina. Para el cerebro,
la información es su propia recompensa, independientemente de si es útil o no,
lo que explica el alto promedio de horas de conexión a las redes sociales,
propiciando el surgimiento de patologías. Para prevenir tales comportamientos,
se hace necesario proporcionar formación de control de emociones.
El E3 posibilita crear nuevas
lógicas, nuevas estrategias y experiencias de aprendizaje. Los alumnos en la
asignatura de idiomas pueden interactuar a través de las redes sociales con
cualquier persona del mundo que esté estudiando el mismo idioma y hasta en su
mismo nivel de competencia. Podemos traer hasta la sala de aulas los
testimonios de científicos, artistas, profesionales, emprendedores a través de la vídeo conferencia y dialogar con ellos, generando
experiencias novedosas, mejor conectadas con las expectativas y experiencias
que tienen los estudiantes del siglo XXI. Las TIC facilitan las redes de
comunicación y permiten mejorar el vínculo de estudiantes y otros organismos
locales, en torno a objetivos comunes. Su uso correcto es un desafío que
involucra a todos los actores del proceso educativo y que, sin duda, deberá
tener ajustes en la medida que se masifique su uso, tanto por los estudiantes
como por los profesores. Queda claro que las Tecnologías de la Información y la
Comunicación parecen haber venido a quedarse en la educación, pero también es
claro que los gestores del conocimiento siempre seguirán siendo sus agentes
tradicionales: profesores y estudiantes.
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